El modelo “Cure Violence”, propuesto por el epidemiólogo Gary Slutkin tiene como objetivo reducir la violencia generada en contextos vulnerables a través de la mediación de conflictos, el cambio de comportamientos agresivos y el desarrollo de una cultura de paz. El modelo llegó a Cali en 2017 con la alianza público – privada realizada entre el Fondo Especial del Japón por medio del Banco Interamericano de Desarrollo – BID-, la Alcaldía de Cali y la Fundación Alvaralice; incidiendo en los sectores de Charco Azul y algunos asentamientos de Comuneros 1 con el programa Abriendo Caminos. Desde el 2021 se ha extendido a otros barrios de Cali, así como en los municipios de Palmira y Buenaventura, con el apoyo de Compromiso Valle.
El modelo asume la violencia inicialmente como un problema de salud pública, que a su vez es transmitido por observación, imitación, influencia del medio o por referentes significativos del entorno (familia, barrio y escuela).
Partiendo de esa identificación se busca que la solución surja de la intervención de los habitantes a través de líderes y lideresas locales, para establecer lazos de cooperación que permitan acercarse a las problemáticas y solucionarlas. El camino para llegar a la interrupción de la violencia y mediación de conflictos inicia por medio del diálogo con la comunidad, con el objetivo de fortalecer la confianza y conocer cuáles son esas confrontaciones para evitar que escalen a hechos trágicos.
Alejandra Vidal, Coordinadora del programa resalta el desarrollo de talleres y acompañamiento de los líderes de cada sector como estrategia para encontrar acciones que reduzcan la violencia:
“Del taller de resolución de conflictos se desprenden las acciones restaurativas, hay uno de los contenidos que es una cartografía social y es que los jóvenes puedan reflexionar sobre cuál es la conflictividad que hay en su territorio, cuáles son los lugares inseguros, que analicen y narren por qué son inseguros. Con esto se quiere que a manera de retribución indirecta puedan recuperar ese espacio, construir tejido social y darle un sentido de apropiación y utilización al espacio público”.
Es así como por medio de talleres y capacitaciones, fue posible realizar 484 actividades comunitarias impactando un promedio de 860 personas cada mes a lo largo del 2022, que sirvieron a la comunidad en su proceso de construcción de tejido social y reducción de la violencia.