Cultivadores de sueños y esperanza

Fecha

miércoles, junio 10 2020

Lugar

Fundación Alvaralice

Durante la emergencia de salud pública del COVID-19, el equipo de Abriendo Caminos – (Cure Violence) ha tenido que adaptar sus procesos para seguir disminuyendo los índices de violencia y a la vez dar respuesta a necesidades emergentes en los barrios de Charco Azul y los asentamientos de Comuneros I donde tiene presencia el proyecto desde hace más de 2 años.

Una de las iniciativas nuevas fue la siembra de una huerta urbana dentro del Centro Piloto de Aprendizaje (CEPIA) en el asentamiento de Brisas de Comuneros, liderada por Marcial Quiñonez, Interruptor y Enlace del proyecto. Marcial y los jóvenes participantes de alto riesgo de los sectores de Palmas I y Brisas de Comuneros comenzaron a trabajar desde hace dos meses en la iniciativa. Con la siembra de la huerta los participantes se remontaron a sus raíces ya que muchos provienen de familias de agricultores del Pacífico. Además, con esta actividad los jóvenes le están dando un uso productivo a su tiempo libre y generando un espacio libre de fronteras invisibles.

La huerta ha permitido que los participantes asuman responsabilidades y desarrollen habilidades, fortaleciendo aspectos como el trabajo en equipo, el sentido de pertenencia, la cooperación y otras capacidades que se van fortaleciendo a través de la huerta.  Los horarios son flexibles, permitiendo que el compromiso no sea impuesto. Al contrario, son ellos quienes aportan voluntariamente su tiempo, recursos, dedicación y paciencia. La materialización de esta idea se construye día a día con la expectativa de adornar el CEPIA de muchas plantas, transformándolo en un oasis con mucho verde.

Mediante esta iniciativa, los jóvenes le apuestan a una estrategia de resolución de conflictos en el marco de la justicia restaurativa, el cual promueve la transformación de espacios y creación de nuevas relaciones con la comunidad. Este proceso ha tenido buena aceptación por parte de la comunidad del asentamiento, pues han visto positivamente el proceso de transformación de los participantes del proyecto y su compromiso con la retribución a la comunidad. Los participantes del proyecto sueñan que esta huerta se pueda replicar en otros sectores de Comuneros, trayendo consigo sostenibilidad y resiliencia en tiempos de crisis.

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