Diario El País: Somos Pacífico cumple dos años construyendo cultura en Potrerogrande

Fecha

miércoles, abril 8 2015

Lugar

Fundación Alvaralice

Será Jordy Muñoz, el niño de camiseta negra y pantaloneta blanca que ven en la foto de arriba, quien les cuente qué significa Somos Pacífico. Tal vez si uno dice que este es un centro cultural enorme, en pleno corazón de Potrerogrande, resulte una frase que se vuelve paisaje.

-¿Están haciendo un reportaje de esto acá? Yo le ayudo, venga le voy mostrando. Y si quiere, le bailo también ¿quiere que baile?

No hay que contestar y Jordy baila. Para hacer el ‘tour’ por el tecnocentro se salió de la clase de Folclor Pacífico, pero en realidad, lo suyo es el ‘hip hop’. Él solito se hace la música y de repente su torso parece de plastilina.

-Esto por las tardes se llena de gente que viene a hacer de todo: danza, pintura, vienen a tocar instrumentos, a los computadores. Que yo sepa es gratis, bueno, a mí no me han cobrado…

Como él hay 90 chicos en danzas, distribuidos en tres grupos. En total, el año pasado fueron dos mil las personas que se beneficiaron de alguna manera de este sitio, que empezó a funcionar en febrero del 2013 y que nació tras la iniciativa de la hermana Alba Estela Barreto por buscar algo que rompiera con ese círculo de ‘no hay nada qué hacer-no hay dónde hacer algo-solo queda andar en la calle’ que afecta a los jóvenes de sectores como la Comuna 21 de Cali.

-Tengo siete años, vivo con mi abuela y antes estaba en la Colonia (Nariñense). Sí señora, muy contento. Vea este salón con espejos tan chévere. Estoy en quinto, trato de portarme bien para que me dejen venir acá…

Entonces nos lleva al Club House, donde jóvenes y adultos aprenden de diseño, de medios audiovisuales y hasta tienen un estudio de grabación y otro de fotografía. En el momento de la visita, un grupo de música cristiana ensaya.

De la nada, aparece Geovani Romero Triviño con una cámara fotográfica al cuello. 14 años, pero aparenta menos, gordito, muy serio. Nos ofrece sus servicios como reportero gráfico ‘asistente’ y los aceptamos. Una foto suya está en este informe. Dice que le encanta todo lo que sean imágenes. Que está haciéndole un estudio a Carolina, su hermana gemela.

-Pero no crea que yo soy fotógrafo. Yo lo que soy es compositor (y claro, canta). Lo que pasa es que como artista quiero ser integral. Mi sueño es ser actor.

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Esta es la foto que Geovani Romero Triviño, quien asiste a talleres en Somos Pacífico, compartió para este informe.
Foto Geovani Romero Triviño | Especial para El País

El talento, queda claro, anda flotando por Potrerogrande y encuentra en Somos Pacífico un lugar para ser.

El edificio y su dotación costaron cerca de $10.000 millones, producto de alianzas público privadas y se encuentra en lo que se conoce como Sector 9 de Potrero. Los «sectores» (en total son 12), explica el director del tecnocentro, Jaime Quevedo, definen de alguna manera lo que muchos llaman «fronteras invisibles», esas líneas imaginarias que no pueden cruzar los ‘enemigos’ de lado y lado.

Podría decirse que este territorio del Sector 9 es tierra de paz. Aquí todos pueden llegar y una vez adentro la historia es otra. Aquí no entran las cifras de Portrerogrande como el segundo barrio de Cali con más homicidios del año pasado (38), ni los relatos de la «gente rara» que dicen ronda algunas noches el sector, buscando pelados para quién sabe que cosa.

Somos Pacífico vive de un contrato con la Alcaldía, por $600 millones y de alianzas con la Fundación Alvaralice y Valle del Lili, entre otros actores privados. En total, se necesitan mil millones por año para el sostenimiento. Reunirlos no es fácil. Por eso, cuenta Jaime Quevedo, su director, están diseñando estrategias como el Club de Amigos de Somos Pacífico, para que el que quiera pueda donar dinero, ayuda en especie e incluso su trabajo, para garantizar que esta avalancha de energía y oportunidades no se detenga.

-Los de los instrumentos están en el primer piso.

Jordy se refiere a la escuela de Batuta, dirigida por Valmore Escandón. Son 139 muchachos. Casi todos, dice el profe, llegan «en cero». Pero ahora se les ve concentrados, mirando sus partituras y dispuestos a tocar un fragmento de ‘Chiquitita’, de Abba, para hacerle la demostración a la visita.

La transformación a través de la música, explica Valmore, va más allá del hecho de que ahora los muchachos toquen el violín o el contrabajo.

Son, incluso cambios que parecen muy pequeños. Que vengan mejor presentados a recibir la clase (con zapatos, por ejemplo), que respeten entre ellos el uso de la palabra, que hablen más con sus padres y que sus padres se sientan más orgullosos de ellos.

Para algunos, las transformaciones ya tienen otro nivel. Eso está pasando con al menos 60 personas que asisten al tecnocentro y que ahora hacen parte de la Agencia de Talentos.

La idea detrás de este elegante nombre es que esas clases que ya se han convertido en presentaciones sean un producto para ofrecerles a empresas que paguen por su espectáculo. Y esto ya ha pasado. Con los grupos finalistas del Encuentro de Talentos de Potrerogrande 2013 hay puestas en escena que combinan danza y música y que tienen la calidad para competir en el mercado. Ya han sido contratados para eventos de la Andi, la Alcaldía y Comfandi.

El sueño, dice Quevedo, es que esto se convierta en una fuente de ingresos real para los muchachos. Es un camino en el que ya se están dando los primeros pasos.

-¿Mi sueño?, se pregunta Jordy, ser profesor de baile. Bueno, profesor más profesional que ahora, porque yo ya enseño. Ya tengo mi grupo, mejor dicho, mi fundación. Se llama Baby Flow.

Jaider Sinisterra, de ocho años (quien en la foto baila al lado de Jordy), lo respalda inmediatamente. Dice que claro, que él es uno de sus alumnos y que como profe su amigo es muy «jodido», lleva lista e, incluso, pone faltas de asistencia.

-Dicto las clases en dos grupos. De 5 p.m. a 6 p.m. los más chiquitos y a las 6 p.m. los más grandes. Tengo como 12 estudiantes.

Los ensayos son junto a la puerta del tecnocentro, justo cuando este acaba labores. La música es la que sale de sus propios labios y las coreografías, una mezcla entre las clases que recibe adentro y la imaginación.

Allí, en ese andén de Potrerogrande, Jordy tiene su propio Somos Pacífico.

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