Mi nombre es Natalia González, tengo 20 años, mi casa paterna es en el barrio Potrero Grande y hago parte del programa Rumbo Joven de la Fundación Alvaralice. Soy una joven muy creativa, artística, crítica, empática y social. El entendimiento del poder que tengo en la sociedad es lo que mejor me representa. Una mujer auténtica y muy sensible, pese a cada problemática que he atravesado en mi vida, siento que he llegado a un punto de lucha y decisión rotunda de tener mi futuro en mis manos. Así es el país, lleno de jóvenes como yo, que con resistencia, fuerza y paciencia vamos constituyendo un mejor futuro.
El futuro lo construimos desde hoy con fuerza y convicción
Colombia, un país donde la juventud abunda y donde los sueños y expectativas apuntan alto. Los jóvenes, la principal fuerza del país, tienen una visión muy fuerte ante el futuro; soñamos con una Colombia mejor. El país soñado, aquel que nos brinda más y mejores oportunidades, un país donde la violencia no sea tendencia del día, con más educación y menos armas, y donde la fuerza pública se una con el pueblo para ser uno sólo ante la corrupción.
Un lugar de aceptación, en el que cada persona pueda ser lo que quiera ser sin excepción o condición, tal como lo marca la Constitución Política de Colombia; donde podamos explotar todo nuestro esplendor, con oportunidades dignas y justas para conseguirlo, para poder proyectarnos a un mejor mañana, tanto personal, laboral, económica y socialmente, sin ser juzgados por los caminos que deseamos recorrer; poder ser la mejor versión de nosotros mismos y sin cometer errores del pasado, para formar un mejor futuro para nosotros y generaciones por venir.
Con trabajos dignos sin exposiciones extremas ni explotación, donde tengamos las mismas posibilidades con o sin experiencia, logrando conseguir estabilidad laboral con el sueldo justo y disponibilidad de progreso. Uno donde la educación sexual no sea un tabú y algo ajeno a todos, para alcanzar la modernidad del primer mundo sin dejar de lado nuestra cultura, mostrando equilibrio en una nueva sociedad.
Un país donde podamos escoger nuestro futuro y no solo por nacer en cierta parte o de cierta manera. Que, sin ser censurados o tachados de desadaptados, podamos defender nuestra opinión y punto de vista libremente, dándonos el voto de confianza de saber manejar un país, de saber tomar decisiones y donde tengamos más información y saber a la mano, más que antes y no por eso seamos groseros. Un país de entendimiento y apoyo hacia esta juventud revolucionaria y con deseo de transformación para mayores oportunidades.