
María Eugenia Garcés Echavarría, presidenta del Consejo directivo del Tecnocentro, y de la Fundación Alvaralice, fundadora del mismo, comparte con los integrantes de la Orquesta Sinfónica de esa institución de Potrero Grande. Foto: Especial para El País
Fuente: Diario El País
Es como un laboratorio de proyectos de vida, al cual entra el talento puro, con rostro de niño inquieto, pero sin juguetes, o de joven ansioso, pero sin oportunidades, que luego salen transformados y con futuro.
Con la fórmula de la unión de esfuerzos y de fuerzas, de amigos y de aliados, el laboratorio hace alquimia humana, les saca lo mejor de sí mismos, les pule sus destrezas y a esos niños inquietos y esos jóvenes ansiosos, los convierte en bailarines, en músicos, en diseñadores, en pintores al óleo, y sobre todo, en buenos ciudadanos.
El laboratorio es el Tecnocentro Somos Pacífico que cumple cinco años haciendo alquimia con los niños y jóvenes del Oriente de Cali. Un lustro después es como una fábrica de talentos, que ha crecido con la comunidad de Potrero Grande, es un referente respetado de construcción y de formación para la vida en ese complejo territorio.
Y no han sido pocos los talentos que han surgido de esa ‘fábrica’. Más de seis mil de esos niños inquietos y esos jóvenes ansiosos de experiencias distintas, hallaron una puerta abierta, la de este laboratorio donde los transformaron con un proyecto de vida, con unas metas, con unos sueños.
Sueños que allí toman forma. Este miércoles, 150 niños y jóvenes del Tecnocentro Somos Pacífico, provenientes de Potrero Grande, saldrán a escena en el Teatro Municipal, a las 7:30, a mostrar sus avances a los aliados y amigos de esta obra quijotesca, que les han colaborado en la construcción de sus sueños, el fruto de esa alquimia.
En un espectáculo llamado Pescadores de Sueños los bailarines desplegarán sus coreografías al ritmo de salsa, de hip hop y de la música de Michael Jackson. La Orquesta Sinfónica Somos Pacífico, con sus intérpretes de instrumentos que nunca antes habían visto en su vida, deleitarán al público mostrando sus talentos con el chelo, el violonchelo, el violín y el contrabajo.
No todos estarán en la tarima del Municipal, porque muchos asistentes al Tecnocentro han encontrado un camino y un norte para sus vidas en el diseño gráfico interactivo y multimedia en el Computer Club House, un centro donde aprenden todas las herramientas Tics. O los que confeccionan lindas y elaboradas artesanías o pintan al óleo o hacen piezas de artes visuales.
En fin, el laboratorio da tan buenos resultados que el Tecnocentro ha tenido que crecer y crear otros espacios como la Agencia de Talentos Somos Pacífico, una dependencia que acompaña a los artistas nacidos de este programa social, desde la creación de su marca musical o artística y el ‘booking’, hasta hacer las veces de mánager para conseguirles los ‘toques’ y contratos.
Pero esos 150 que estarán en escena, son solo una parte de los 650 que actualmente van al Tecnocentro a recibir alguna capacitación, a desarrollar alguna habilidad, a adquirir herramientas para la vida personal y profesional, a ir construyendo su futuro. De ellos, 540 son atendidos con recursos de la Alcaldía de Cali, a través de la Secretaría de Cultura.

El profesor Óscar Meneses dando la clase de marimba de chonta a los niños, en el Tecnocentro. Las instalaciones son excelentes para la labor pedagógica.
Foto: Especial para El País
Como ellos, al año pasan unos 1200 niños y jóvenes, es decir, son por lo menos unas seis mil vidas impactadas positivamente, informa María Eugenia Garcés Echavarría, presidenta del Consejo Directivo del Tecnocentro.
Pero como los programas sociales tienen que ser integrales para que se den los resultados como los que los amigos y aliados verán esta noche, también los adultos reciben capacitación y pasan por los puntos Vive Digital y la Biblioteca Pública a través de la Secretaría de Cultura.
Además, también se benefician de los recursos que el Tecnocentro les pone al alcance de la mano, de los talleres de formación, de los programas de emprendimiento y hasta de una escuela de padres, con 60 integrantes.
De padres es un decir, pues en el contexto social de estos niños, el acudiente es la tía, la abuela; por lo general es el hermano mayor, y muchas veces, la vecina. La idea es que cuando el niño llegue a casa lleno de ilusiones, los adultos no les desbaraten los sueños, sino que los apoyen en su construcción.
“Lo importante aquí no es solo aprender a tocar un instrumento, sino a formarse como persona y como ciudadano; para ello, ofrecemos el programa Formarte para la Vida, que por medio de talleres se les enseña a crear su identidad, a comunicarse, a cuidar el medio ambiente, a conocer sus derechos y a generar competencias ciudadanas”, explica Patricia Rosales, directora ejecutiva del Tecnocentro.
Las alianzas
Patricia Rosales destaca la importancia de las alianzas público-privadas para que un proyecto social de esta magnitud funcione como un relojito. El sector privado no lo podría hacer solo, el público tampoco, entonces la unión de fuerzas y de esfuerzos es lo que hace posible que el laboratorio transforme las vidas de unos seis mil niños al año, cuya única oportunidad, la única puerta que se les abre, es la del Tecnocentro.
Por ejemplo, gracias a la Alianza con la Fundación Nacional Batuta, 110 niños de Potrerogrande cada día estudian música sinfónica, cello, violoncelo, violín y contrabajo, piano, percusión y vientos. De hecho, hay cinco becados estudiando música en el Conservatorio Antonio María Valencia del Instituto Departamental de Bellas Artes. Ellos son Andrés Fernando Gómez (Cello), Ánderson Salazar, Alexánder Salazar y Daniel Arango (Bajo) y David Micolta (Viola).
También, gracias al apoyo de una universidad tan prestigiosa como Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Boston y el Museo de Boston, el Tecnocentro abrió el Computer Club House, un programa de desarrollo tecnológico con el cual los jóvenes se forman en diseño interactivo e incorporan herramientas como video, fotografía, electrónica y mecatrónica y pueden pensar en un emprendimiento tecnológico.
“Yo estudié allí, es muy bonito, teníamos todos los equipos necesarios. Fue una linda oportunidad y la aproveché”, dice Johanna Serrano Landázuri, quien estudió diseño gráfico allí con profesores del Sena y ahora realiza sus prácticas en el diario El País. Ingrid Vallecilla, del mismo programa, estudia diseño gráfico en la Universidad Icesi.
El Centro Cultural Colombo Americano también tiene un programa de bilingüismo para estos niños y jóvenes para mejorar sus habilidades en el idioma inglés. Igualmente, la Secretaría de Cultura opera una Biblioteca Municipal, de la Red Nacional de Bibliotecas, y el MinTIC con la Alcaldía maneja un punto Vive Digital para toda la comunidad.
María Eugenia Garcés, presidenta del Consejo Directivo del Tecnocentro, declara que este proyecto es un ejemplo exitoso de una alianza público-privada que se propuso y logró conseguir recursos por 5 millones de dólares para la construcción, dotación y funcionamiento de este centro, con aportes de 60 % y 40 % respectivamente.
“La consolidación y sostenibilidad de esta iniciativa requiere del apoyo continuo de la sociedad civil. Este es un proyecto de ciudad y como tal requerirá del apoyo permanente del Gobierno y de la ciudadanía. Invitamos a la empresa privada a mantener e incrementar su respaldo a este proyecto para asegurar la continuidad y sostenibilidad de esta iniciativa de gran impacto social”, afirmó María Eugenia Garcés.

Patricia Rosales (centro), directora, con las colaboradoras más antiguas del Tecnocentro, de izq. a der.,Isabel Orobio, Neysa Silva, Lina Rodríguez, Karen Montoya y Lina Granja.
Foto: Especial para El País
Ahora se busca dar continuidad a los programas y que perdure todo este trabajo de laboratorio, que se logra con estas alianzas y con la mística de 40 docentes y empleados que todos los días madrugan para ir a hacer su trabajo a un barrio por donde pocas personas quieren pasar, por la estigmatización que le ha señalado como el más violento de la ciudad.
Por ello, su consejo directivo ha creado otra alianza, que es el Club de Amigos del Tecnocentro, con el propósito de que se unan más personas a esta tarea de “ser pescadores de sueños”, considerando que estos niños que hace cinco años empezaron a construir su ilusión, quieren tener el último empujoncito para salir adelante.
“Es que ellos me dicen: Usted me dijo que me iban a transformar la vida, y ahora qué hago”, comenta Patricia. Y esto lo ha entendido la Agencia de Talentos Somos Pacífico, por lo cual les regala la grabación de su primer CD a los artistas musicales y a los grupos de baile les obsequia su primer vestuario.
De allí han salido grupos musicales tan reconocidos como Alto Volumen, Piso 21 y Kilele Emsamble, entre muchos otros.
“Este Club de Amigos está integrado por 25 personas interesadas y que se identifican con nuestro marco filosófico y de valores del Tecnocentro, que nos ayudan a buscar recursos para apoyar este laboratorio transformador de vidas. Esto en aras de impactar la comunidad y así lograr la paz y la convivencia”, explica Patricia.
“El Tecnocentro funciona con un convenio con la Alcaldía, las tres últimas administraciones municipales lo han hecho, de ahí la importancia de que un proyecto social tan grande se convierta en un instrumento para mantener una política pública, que es velar por los derechos de los niños y de los jóvenes”, añade Patricia Rosales.
Pero lo que más le interesa a ella y a todos los responsables de esta institución es que los niños y los jóvenes de Potrerogrande y del Oriente no sean estigmatizados, que se reconozcan sus talentos, sus fortalezas, sus esfuerzos y se les dé esa oportunidad de que se les abra la puerta del Tecnocentro. Una vez dentro, ya saldrá transformados para la vida.
Historia
Tecnocentro Cultural Somos Pacífico: es una iniciativa de una Alianza Público – Privada, inspirada por la Hermana Alba Stella Barreto, fundadora de la Fundación Paz y Bien.
Entre 2009 y 2010, la Fundación Alvaralice, que también preside María Eugenia Garcés, gracias al apoyo de Armando Garrido Otoya, entonces director de Comfandi, nos ayudó a ubicar un lote de la Alcaldía en el barrio Potrero Grande. “Con el apoyo de Mariana Garcés C., entonces Secretaria de Cultura, y la generosíma colaboración del arquitecto Nagui Sabet, diseñamos el Pre-Proyecto”, recuerda María Eugenia Garcés. Luego Comfandi se convirtió en un gran aliado para llevar a cabo la iniciativa.
Con Óscar Rojas, entonces director de la Fundación Alvaralice, se logró el apoyo de la entonces ministra de Cultura, Paula Marcela Moreno, de la Primera Dama, el Director de Planeación Nacional, Esteban Piedrahita, y de Diego Molano, entonces Director de la Agencia Presidencial para la Acción Social, quien aprobó los primeros $1400 millones para la obra.
El Ministerio de Cultura se unió con $1000 millones y la Alcaldía de Cali (entre $500 y $600 millones). Apalancados con donaciones internacionales como la de Tinker Foundation y el sector empresarial colombiano, fue posible el Tecnocentro.